Por Sebastián Sayago
Hace unos días, el Colegio Profesional de Geólogos del Chubut publicó una declaración a favor de la habilitación de la minería metalífera en Chubut e instó a otros organismos afines a pronunciarse en el mismo sentido. Como es habitual, al tratarse de una palabra a favor de esta actividad, el documento fue replicado inmediatamente por diarios y portales de noticias de la provincia.
Sin duda, es un hecho positivo que diferentes sectores se manifiesten sobre un tema tan polémico y conflictivo como este, aunque también sería deseable, para que el debate público sea más representativo y democrático, que la prensa comercial no censure las voces críticas (algo que viene haciendo desde hace muchos años).
El documento del Colegio de Geólogos afirma que hay “un auge de opiniones” en contra, con una “mirada simplificadora y reduccionista de la actividad”. A continuación, justifica la idea de que esta clase de minería debería ser habilitada porque “técnicamente viable”, es decir, reduce un fenómeno complejo a solo una de sus dimensiones: la geológica. Pero la minería metalífera a cielo abierto es una actividad que, además de una dimensión geológica, entraña dimensiones políticas, culturales y económicas. Impacta en la soberanía territorial, en el modelo de gestión de los bienes naturales, en el modo de vida de los habitantes de la región, en aportes en concepto de regalías, que deberían ser consideradas tomando en cuenta las ganancias empresariales, entre otros aspectos.
El documento, entonces, también está impregnado de una “mirada simplificadora y reduccionista de la actividad”.
¿Ciencias neutrales?
El Colegio de Geólogos expresa que las geociencias están “desprovistas de límites políticos e ideológicos”. Esta supuesta neutralidad de las ciencias de la naturaleza es un prejuicio debatido y superado hace medio siglo en la Epistemología científica. El Colegio no se manifestó acerca de la viabilidad técnica de utilizar los acuíferos de la Meseta para desarrollar actividades sustentables, como agricultura o ganadería. Optó por manifestarse a favor de una actividad extractiva, que, en términos económicos, es lo más parecido a un saqueo. Y esta decisión es política e ideológica.
En la Meseta y en el resto de la provincia, hay mucha gente que aspira a un verdadero cambio de la matriz productiva, para pasar del extractivismo a modelos que no pongan el riesgo el ambiente ni lo degraden. Seguramente, hay geólogos que, junto con otros especialistas, tienen mucho para aportar al respecto.
Pero desconocer que hay pobladores que se resisten a la explotación minera y proponer avanzar porque creen que técnicamente es posible es político e ideológico. El territorio no es un desierto. La minería no es solo una cuestión técnica.
También es político e ideológico afirmar que el Estado puede ser un contralor eficaz. Basta con leer los diarios o mirar alrededor para entender que eso no resulta muy verosímil.
Bajar de la torre de cristal
El documento del Colegio de Geólogos subestima las opiniones de quienes se oponen a la megaminería metalífera. Considera que están fundadas en la ignorancia.
El mismo día en que el texto fue puesto en circulación, en Rawson se presentó el segundo Proyecto de Iniciativa Popular para cancelar la posibilidad de esta actividad en la provincia. Fue firmado por más de 30.000 personas. Es un hecho admirable, si tenemos en cuenta que las firmas se juntaron en un contexto de cuarentena y de restricciones de circulación.
Sin duda, a la luz de lo expuesto por el Colegio, se trata de decenas de miles de personas confundidas y equivocadas.
No estaría mal que los geólogos bajen de la torre de cristal y hablen con la gente para tratar de entender sus razones. El mundo es más complejo que una ecuación matemática y entenderlo también es un deber científico.