La comunidad mapuche- tehuelche lof Sacamata-Liempichun, paraje Payagniyeo, ubicado a 15 km de la localidad conocida como Alto Rio Senguer, de la provincia de Chubut, desde el año 2015 inició un reclamo por la repatriación internacional de su ancestro “Gigante Liempichiun”, que fue profanado y robado en 1897 por el explorador Henry De La Vaulx. Las pertenencias y restos mortales de Liempichun fueron depositados en el “Museo el Hombre”, ubicado en la ciudad de París, Francia. Hasta el momento, si bien el reclamo ha sido permanente y han enviado notas a distintas entidades e instituciones, recién en noviembre del 2019 lograron que se trate el pedido en la ONU, y se daría a conocer la resolución en noviembre del corriente año.
Desde Radio Sudaca, fm Comunitaria, dialogamos con Cristina, integrante de la lof Sacamata, que nos contó sobre los inicios de su comunidad para poder contextualizar de dónde surge esta exigencia y pedido de restitución que sostienen desde el 2015: “El linaje de Sacamata y Liempichun es uno de los linajes más antiguo de la zona y de la provincia. Nuestra comunidad nace con José Kajshta, quien era el padre de Juan Sacamata, Antonio Liempichun, Santiago Tahuache y Rosa Salpulia. Él era de origen Chewüachekenk, y nuestro territorio ancestral se extendía, según la memoria de nuestros abuelos, desde el actual Valle de Tecka, en la provincia de Chubut, hasta el norte de la provincia de Santa Cruz, en el Cañadón del Río Pintura, ese era nuestro antiguo territorio. Hoy nosotros nos ubicamos a 15 km de Alto Rio Senguer, lo que antiguamente era parte de la reserva de Juan Sacamanata”.
Cristina detalló que luego de los procesos de explotación, represión y despojo que sufrieron los pueblos originarios a lo largo de la historia, recién en el 2010 pudieron volver a su territorio: “A partir del año 2010 nos constituimos nuevamente como comunidad, comunidad tehuelche-mapuche, y volvimos a nuestro territorio. (…) A principio de 1900 mi familia se asentó en la zona de Senguer, luego de ser liberada, por así decirlo, de los campos de concentración de Valcheta, así como tantas familias volvieron, luego de finalizadas las campañas militares, y algunos territorios estaban usurpados por otras familias ya”.
El Estado Argentino, en su máximo deseo de incorporar estas tierras a las relaciones capitalistas de producción, muestra las dos caras de la misma moneda: porque en un principio en su etapa de militarización despojó, reprimió, profanó y secuestró a los y las integrantes de las comunidades a lo largo y ancho de la Patagonia; y por el otro lado, años más tarde, a través de un decreto nacional reasigna hectáreas a algunas de las familias saqueadas. Es así que a través del decreto 1925, a la comunidad Sacamata se le asigna formalmente 10000 hectáreas del lote 20, cerca de la zona de Alto Río Senguer, que sería la reserva de Juan Sacamata. Sin embargo, 20 años después, alrededor de 1940, nuevamente el mismo estado, en complicidad con empresarios y fuerzas oficiales, arremete al desalojo.
Sobre esto Cristina comentó: “Nos quitaron 5000 hectáreas, y con la complicidad de los agentes e instituciones gubernamentales, el negligente posicionamiento de la justicia, y un terrateniente, que también era parte de la justicia, nos quitó 5000 hectáreas del lote 20. El resto de la familia siguió viviendo hasta la época militar, hasta el 76 más o menos. Luego de eso, se hizo un remate, donde se robaron muchas cosas”. De ese contexto se desprende unos de los pedidos que vienen sosteniendo de restitución de las lanzas y banderas ceremoniales. “A partir de esa fecha –refiriéndose a la década del 70 – se hicieron un montón de robos a la comunidad. Y con el paso del tiempo la única que quedó en el territorio fue mi bisabuela, que luego también fue expulsada del campo de la peor manera, y los que quedaron dentro de la comunidad tuvieron que migrar a zonas urbanas y otros pasaron a ser peones de los mismos explotadores”.
De esta manera, haciendo un breve recorrido por la compleja historia que envuelve a las comunidades, se demuestra que aquel genocidio y represiones del Estado Argentino sobre los pueblos originarios, comenzado a finales de 1800, aun repercute en la actualidad. ¿Por qué decimos esto? Porque las comunidades siguen luchando por el reconocimiento de los derechos básicos de sus pueblos: la recuperación del territorio para su desarrollo autónomo, la práctica libre de sus valores culturales, y el ejercicio de su perspectiva sociopolítica. Que, dicho sea de paso, cabe recordar, que fueron arrebatadas por el mismo Estado homogeneizador.
En este marco, es que se exige y reclama por la repatriación internacional de los restos y pertenencias del “Gigante Liempichun”. Al respecto Cristina desarrolló desde cuándo vienen estos pedidos: “La primera nota formal fue en el año 2015 y la información que el Museo del Hombre, supuestamente nos pedía, era documentación que acreditara nuestro parentesco. Nosotros armamos un informe largo y extensivo, que nos llevó mucho tiempo, son más o menos 100 páginas con documentación que lo acredita, y aun así nos lo negaron desde el Museo. Desde el 2015 trabajamos en ese tema, hemos ido a otras comunidades y pedimos acompañamiento de otra gente, organizaciones artistas”.
Ante la negación de la solicitud, se contactaron con el Colectivo Guía que fue el nexo de nuevas reuniones que se llevaron a cabo entre las cancillerías del país francés y argentino: “Primero que nada se hicieron reuniones vías cancillerías. El colectivo guía era como nuestro nexo entre el estado argentino y estado francés, por así decirlo. Desde el año 2015 al 2017 se hicieron una serie de reuniones, se volvió a tratar el tema en las cancillerías. Pero nunca se llegó a una resolución dentro de le Estado francés”, explicó Cristina en comunicación con radio Sudaca, y añadió: “Lo que sí nos dejaron en claro que había dos posibilidades de que el Museo del Hombre lo restituyera: una era crear una la ley específica (…) y otra era que el museo del hombre considere que los restos de nuestro ancestro no podían llegar a ser de uso científico, declarada como que no tengan ningún valor, pero se sabe que, si son científicos, los científicos siempre van a seguir investigando”.
A partir de la falta de respuestas por parte del estado francés la comunidad siguió tejiendo redes para exigir la repatriación de los restos: “conocimos a la Asociación Tierra Libertad para Arauco, que es una organización francesa que agrupan personas originarias y no originarias que se solidarizaron con todo pedido de restitución y de la lucha del pueblo mapuche. Junto a ellos trabaja otro comité para ayuda para pueblos libres de toda américa latina, que está en Francia, y nos ayudan con este pedido de restitución (…) Ellos son como nuestro nexo”.
En el año 2018 y 2019 vuelven a presentar una nota y sin respuesta se dirigen a la Unesco que define que son los directivos del Museo del Hombre quienes tiene que responder. Ante esto, en noviembre de 2019, se presenta una nota formal ante la ONU, y es allí que entra en sesión dentro de la orden del día, junto a otros pedidos de restitución de otras comunidades. El comité solicita un informe donde se enuncien las pertenecías que fueron robadas y profanadas en aquel entonces. Ante esta situación, con el asesoramiento de la Doctora Ivanoff se envía la denuncia formal. Se verá a finales de noviembre la resolución que realice la ONU.
Para cerrar, Cristina comentó el valor que tiene para su comunidad esta lucha y el compromiso que sienten: “Para nosotros tiene que ver más que nada con un deber que nosotros sentimos hacia nuestros ancestros. Nosotros sentimos ese deber hacia ellos. Se puede decir que hace más de 100 años que está allá en Francia, sentimos el compromiso de cumplir con él, pu lonko de que vuelva a nuestro territorio (…) porque tiene que ver con completar un ciclo de vida, de tratar de que vuelva a nuestro territorio, de acompañarnos como familia y porque tenemos esa convicción de recuperar todo lo que nos fue arrebatado y mantener la fuerza”.
Foto extraída de: https://www.adalqui.org.ar/