AMAZONIA: La casa está en llamas

Imagen satelital de la Nasa. 27 de agosto

Por Pablo Lada

“Quiero que actúes como si la casa estuviera en llamas”, suplicó la joven activista climática sueca, Greta Thunberg, ante el sordo poder del Parlamento Europeo en abril de este año. Un par de meses después el verano se hacía insoportable, las temperaturas batieron records históricos en aquel continente.

Los incendios de la Amazonía conmovieron y tomaron la dimensión de una crisis planetaria. Con menos prensa -y por diferentes razones-, otro “pulmón verde” se hace cenizas, los bosques de África central arden más rápido todavía que la floresta brasileña. Este año se dio también un fenómeno sin precedentes, en la gélida región ártica, las temperaturas alcanzaron los 32º, cuando la media habitual es de 16º. Por consiguiente, a partir de junio, los focos ígneos del círculo polar ártico se multiplicaron, desatándose más de 400 incendios forestales en Alaska y Siberia. 

Pero el fuego de la Amazonia, el que conmueve al mundo, no es responsabilidad absoluta del gobierno de Jair Bolsonaro y su política abiertamente racista, misógina, homofóbica y anti ambiental. En la Bolivia del indígena Evo Morales, con un gobierno progresista y a la izquierda de la mayoría de los países latinoamericanos, se quemaron medio millón de hectáreas del bosque chiquitano.

El problema es que el cimiento de nuestra casa está en llamas. El planeta se quema bajo el fuego del sistema capitalista que entronó a la economía del eterno crecimiento y la llamó progreso. Por eso los bosques desaparecen tanto en un gobierno de izquierda, como en otro a la derecha de la derecha.

¿Qué tienen en común ambos fuegos? El agronegocio, las madereras, la ganadería y la soja que se expande por Suramérica como un cáncer, arrasando territorios e ideologías. Mientras las potencias del Norte lloran lágrimas de cocodrilo por la Amazonía, son el principal destino de las materias primas que destruyen la floresta. En África, las razones del fuego difieren, aunque el trasfondo es el  mismo: siglos de sometimiento, pobreza y técnicas agrícolas que incluyen la quema para preparar la tierra. Pero también la falta de acceso a la electricidad hace de la leña un insumo vital. Son dos caras de la misma moneda, la crisis sistémica-climática y un modelo económico tan desligado de la realidad “que podría seguir creciendo hasta que el último árbol caiga”

Tomemos los baldes con el agua fresca de la lucha por otro mundo posible, que nuestra casa, la tierra, está en llamas. Y la culpa no es del fuego.


Deprecated: Directive 'allow_url_include' is deprecated in Unknown on line 0